miércoles, 25 de julio de 2018

¿Hasta qué edad puedo bañarme con mis hijos?

Uno de los temas que, sin duda alguna, preocupa a las mamás, es si deben o no bañarse con sus hijos y hasta qué edad es apropiado hacerlo. En el fondo de esta pregunta está un tema que siempre es difícil de tratar: si es bueno o no que los niños vean desnudos a sus progenitores, del mismo sexo y del sexo opuesto. Y esto no es fácil de responder; veamos por qué.

 

¿Te da pena bañarte con tu hijo?

 

Cuando hablamos de estas cuestiones, no podemos dejar de lado factores personales, morales, o inclusive religiosos; además, las respuestas varían de una cultura a otra, porque las costumbres varían de una cultura a otra. Por todo esto, el tema es difícil y no existe un consenso entre los diversos especialistas al respecto.

Así que, lo que sigue a continuación, es una opinión personal del tema, basada en mi experiencia clínica, la lectura de diversos textos y, finalmente, un profundo respeto por las opiniones de las diferentes personas que puedan leerlo.

 

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Un buen punto de partida para decidir si debes o no bañarte con tus hijos es si ves esto como “normal” y “natural”; o lo ves como algo inapropiado. En otras palabras, ¿cómo te sientes tú al respecto?, independientemente de lo que opinen los demás.

El nivel de comodidad con tu propio cuerpo desnudo puede ser un factor muy importante en esta decisión, ya que lo más importante no es si te bañas o no con tus hijos, sino los mensajes que les mandas al hacerlo, consciente o inconscientemente. El mensaje que, en última instancia quisieras mandar, es que no hay nada de malo con estar desnudo, que todos tenemos un cuerpo y lo debemos mantener limpio.

 

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En cada familia, la decisión de bañarse o no con los hijos la toman los padres, basados en sus propios principios éticos y morales; puede ser importante que ambos se pongan de acuerdo en si lo van a hacer o no; pero si uno de ustedes se siente cómodo y el otro no, pueden aprender a respetar las decisiones de cada uno.

 

¿Hasta cuándo?

 

Por lo general, llega un momento en que los hijos empiezan a sentirse incómodos y ellos mismos piden (con palabras o actitudes) mayor privacidad. Aunque pueda sonarte raro, no parece haber diferencia entre el sexo de los hijos y el sexo de los padres para que esto se presente.

Tú podrías pensar que tu hija siempre se sentirá cómoda en tu presencia y tú en la de ella; pero que puedes tener problemas con tus hijos varones. Y que tu esposo siempre podrá bañarse con los hijos varones, pero habrá dificultad cuando las hijas lleguen a cierta edad. Pero esto no parece ser el caso: tanto chicos como chicas llegan a una edad en la que piden y necesitan su propio espacio.

En todo caso, cuando llega el momento en que los hijos piden su espacio, ya sea por pudor, pena o un deseo de mayor privacidad, es muy importante respetarlos.

 

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Por otro lado, si los hijos no lo piden, una buena señal para que los hijos varones no se bañen más con la mamá y las hijas no lo hagan con el papá, es cuando empiezan a aparecer los caracteres sexuales secundarios, es decir, cuando aparece el vello púbico o a las chicas se les empiezan a desarrollar los senos.

Otro buen indicador es cuando tú misma empiezas a sentirte incómoda; cuando los hijos empiezan a mostrar un interés mayor por las diferencias anatómicas, puede ser un buen momento de terminar el baño en común.

 

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Finalmente me gustaría señalar que existen importantes diferencias en las culturas, y lo que puede parecer aceptable en ciertos países sería visto como inadecuado en otros. Éste es un factor más que puede ayudarte en la decisión de cuándo es el momento en que ya no debes bañarte con tus hijos.

Y, cuando llegue el momento, tal vez sea útil destacar que no existe nada malo con la desnudez; simplemente se trata de empezar a enseñar a los niños la importancia de cuidar y respetar su propio cuerpo y el de los demás, reconociendo que tenemos “partes privadas,” las que se cubren con el traje de baño. Esto sentará las bases para ayudarles a desarrollar un sentido de auto-cuidado y privacía.

Nancy Steinberg

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