viernes, 27 de julio de 2018

¿Qué hacer si mi hijo me pide una fiesta de cumpleaños con temática de niñas?

Si uno de tus hijos te pide que le organices una fiesta de cumpleaños con temática de niñas, no te alarmes, nuestras amigas de Momzilla te dicen qué hacer y cómo reaccionar,

 

Si tu hijo quiere una fiesta de princesas…

 

Cada año, la llegada del cumpleaños de mi hijo es todo un evento en mi casa. Para mí, sus fiestas son el reflejo de la emoción que yo sentía en las mías, cuando era niña. Me conmueve mucho saber que ahora me toca darle esos momentos mágicos a mi hijo.

Amo ver su carita cuando llega el gran día de la celebración. Me derrite observar la felicidad que le da elegir la temática para su festejo, incluso meses antes de que sea su cumpleaños. Este diciembre cumplirá 5 años. Pero desde marzo, muy seguro y entusiasmado, me dijo: “Mami, quiero que mi fiesta sea de princesas, y yo quiero ser Elsa”.

Muy seguro y entusiasmado, me dijo: “Mami, quiero que mi fiesta sea de princesas, y yo quiero ser Elsa”.

Mi respuesta fue inmediata: el primer sentimiento que me llenó el alma fue la ternura y lo abracé, lo abracé muy fuerte. Pensé que tenía mucho sentido su decisión, porque justamente es Frozen la película con la que está obsesionado en este momento. El año pasado fueron Harry Potter y Cars. Me las chuté hasta el cansancio.

 

 

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Así que, cuando me dijo el tema que había elegido para su fiesta, salieron de mí un largo abrazo y un “claro que sí, mi amor”, susurrado al oído. La respuesta de su papá fue muy divertida: le sugirió que él sería Ariel (La Sirenita). A mí me tocó ser Ana. Sus tíos serán Blanca Nieves y Bella. Todavía no hemos terminado de hacer la repartición de personajes a toda la familia, pero ya todos anticiparon que asistirán complacidos a su fiesta de princesas.

Un día, mientras mi hijo estaba en la escuela, le platicó a sus amigos que su fiesta sería de princesas. Varios niños le dijeron que no irían porque eso era “de niñas”. Mi hijo, lejos de sentirse desmotivado, les respondió que entonces invitaría a las niñas y que ellas irían a su fiesta. Enterarme de su respuesta, a boca de mi hijo, me impactó. Me alegró su seguridad. Me la contagió. “Los ausentes se perderán de una buena pachanga”, pensé.

Desde ese día he reflexionado mucho sobre lo que mi marido y yo le hemos dado a Nicolás. Mi hijo ha tenido la oportunidad de vivir en una casa llena de colores. Mi esposo y yo somos fotógrafos, y desde que nuestro hijo llegó a nuestras vidas nos hemos dedicado a mostrarle el mundo, a llevarlo a lugares, a presentarle colores y texturas. Así, sin prejuicio alguno. Le hemos enseñado —con los aciertos y errores propios de la paternidad y maternidad— que el mundo es de todos y para todos. Aunque, la verdad, es él quien nos da las lecciones fundamentales. Lecciones de vida.

 

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Le hemos enseñado —con los aciertos y errores propios de la paternidad y maternidad— que el mundo es de todos y para todos.

Cada hogar es un mundo aparte. La crianza ajena merece respeto. Sin embargo, hoy tengo ganas de pedir que nos tomemos de la mano como padres y empecemos a destruir los prejuicios que nos encarcelan, que dejemos de reforzar los estereotipos. Me gustaría gritar que por favor dejemos de ponerle género a los juguetes, a los colores, a nuestras metas. La segmentación mercadológica que hacen algunos fabricantes de juguetes no debe entrar en nuestras casas.

La segmentación mercadológica que hacen algunos fabricantes de juguetes no debe entrar en nuestras casas.

 

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Dejemos que los niños exploren, que desarrollen de manera natural la empatía, que se empapen de igualdad. Demos oportunidad de que niños y niñas sepan que pueden vestir el color que quieran, llevar un bebé de juguete en brazos, usar bata de médico y delantal para cocinar.

Dejemos que su imaginación vuele sin techos, muros, juicios. Que los niños sepan que pueden ponerse una capa de mago o un vestido de princesa. ¡Que aspiren a ser astronautas, artistas, ingenieros, bailarines, karatecas! Pero, sobre todo, que sean seres humanos bondadosos y fuertes.

Que nos recuerden por ser los que ayudaron a cimentar una bella adultez, con una infancia libre y feliz.

Momzilla

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