El Instituto Salk de California, Estados Unidos, realizó un estudio con ratones para conocer la manera en que influye el cariño y las muestras de afecto, en los bebés. Tomando como referencia los casos de orfanatos donde los bebés no reciben constante caricias o afecto y de manera inexplicable pierden la vida.
Tu cariño puede cambiarlo todo
La publicación se dio a conocer en la revista Science, donde se demostró que las atenciones que una madre aporta a su hijo, modifica su ADN. Esta cuestión fue respaldada por el profesor del laboratorio de genética de Salk, Rusty Gage, quien indicó que los genes en las células madres son capaces de moverse y copiarse, lo que significa que el ADN sí cambia.
El cambio de las células madre se debe a los llamados genes saltarines, que se mueven de un punto a otro del genoma. El laboratorio Gage descubrió que el gen saltarín L1, se copiaba y pegaba en nuevos lugares, específicamente en el desarrollo de las células neuronales.
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Respecto estos cambios, la autora del estudio Tracy Bedrosian, especuló que esto se debía a factores en el cerebro o en el entorno que provoquen cambios con mayor o menor frecuencia y no a un hecho aleatorio.
A lo largo del estudio, donde se observó el comportamiento materno de los ratones y sus crías, observaron el ADN del hipocampo de la descendencia y descubrieron una correlación entre los cuidados maternales y el número de copias que sufría el gen L1, donde las hembras menos amorosas tenían menos copias de dicho gen.
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Para comprobar los resultados, los investigadores cambiaron a los ratones bebés de madres cariñosas para que fueran educados por madres negligentes y viceversa. El resultado fue que los ratones nacidos de madres negligentes pero criados por madres atentas tenían menos copias de L1 que los ratones nacidos de madres atentas pero criados por negligentes. Es decir, el modelo de crianza es clave.
Aunque el estudio respalda que los entornos de la niñez afectan el desarrollo del cerebro y se podrían tratar trastornos neuropsiquiátricos, aún no se lleva a cabo en humanos; sin embargo los científicos confían que en un futuro pueden realizarse en poblaciones específicas, como las personas que experimentaron el maltrato infantil.
Artículo original abc.es
Redacción bbmundo
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