martes, 2 de junio de 2020

Estimulación temprana vs. sobreestimulación, ¿lo estás haciendo correctamente?

¿Cuándo comenzar con la estimulación de tu bebé? ¿Será desde el vientre materno? ¿Hay que estimularlo todos los días? ¿Por cuánto tiempo? Sigue leyendo para conocer las respuestas y no caer en el error de la sobreestimulación.

Padres y madres soñamos con mejorar el desarrollo de nuestros hijos, y los expertos aseguran que la estimulación temprana es una gran aliada para ayudarlo, pero cómo hacerlo sin exagerar ni dañarlo.

Lo primero ¿qué es la estimulación?

De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), la estimulación temprana infantil está conformada por una serie de consejos elaborados por expertos en crianza positiva, que sirven para desarrollar las emociones, la inteligencia y la autonomía de tu pequeño, y ellos recomiendan que comiences desde el primer mes de nacimiento.

Pero ¿podrías estimular a tu bebé antes de nacer, es decir, desde el vientre materno? Al respecto, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) mencionan que los niños nacen “listos” para aprender y cuentan con muchas habilidades para lograrlo, por eso se recomienda que tu bebé no sea estimulado.

Usa tus cinco sentidos

Desde los primeros momentos tras el nacimiento, el bebé está captando lo que hay a su alrededor, por eso comienza a estimularlo con los cinco sentidos: míralo, tócalo, huélelo, háblale y dale su alimento ( leche materna o fórmula) con una sonrisa.

Los primeros días, tu pequeño solo reconocerá tu voz o la de papá ( o la de otro cuidador, como la abuela), después distinguirán los olores (¿te sabes el truco de dejarle tu camiseta o tu pijama a su lado cuando tienes que salir?) y después reconocerá tu tacto. Sí, tus abrazos serán su refugio.

«Un bebé que no es abrazado, mimado ni tomado en cuenta no podrá desarrollarse correctamente. Ignorar a un bebé deja una huella que perdura en el tiempo«, explica el neonatólogo y pediatra Javier Sánchez Nava.

Lo que no debes hacer es ponerle música en volumen alto o con acordes rudos, tampoco es correcto que los estímulos intervengan en su periodo de sueño y descanso, mucho menos con su tiempo para alimentarse.

«Emplea tus palabras o cantos, ello le ayudará a reconocerte, no importa que tu pequeño aún ni siquiera balbuceé, lo importante es comunicarte con él. Se recomienda que papá, mamá y hermanitos o primos acompañen al recién nacido, especialmente cuando llora. La compañía le ayuda a saber quién forma parte de su entorno. Con ello fomentarás su confianza y momentos de alegría», indica el entrevistado.

Sin embargo, dale su espacio, los bebés también buscan estar tranquilos durante varios momentos del día, no es necesario que estén 24 horas pegados él, lo tienen que supervisar y acompañar, pero déjalo dormir sin gente alrededor, que coma sin ruido, que se bañe sin el estrés de la familia.

Si tu pequeño siempre está activo, le costará trabajo dormir en un horario específico. Si siempre hay ruido, sentirá que él tiene que hacerlo y llorará y gritará constantemente. Así que ponle horarios específicos: momento para cantar, tiempo para alimentarse, hora del baño, arrullo antes de dormir; ya amaneció, hay que levantarse, por ejemplo.

El movimiento le ayuda a calmarse

Recuerda que tu bebé siempre estuvo en movimiento dentro de tu vientre:  subía y bajaba las escaleras, bailó tus melodías favoritas, hizo ejercicio contigo e incluso nadó una que otra vez. Por eso, dale tus brazos, envuélvelo en un rebozo y cárgalo, llévalo a pasear  y mécelo hasta que se quede dormido.

No obstante, no lo tengas todo el día (y la noche) en acción. Ponle una rutina de movimiento y de ejercicios. Por ejemplo, cuando se levante estira sus manos hasta abrirlas con mucho cuidado. Dale masaje antes de dormir, sube y baja sus piernas durante el tiempo de baño, en cada cambió de pañal frota su vientre. Abre y cierra los ojos frente a él cuando jueguen.

Y bosteza si es hora de tomar una siesta. Toda esa estimulación le ayudan a comprender su entorno.

La estimulación temprana o juegos con propósito

La Unicef publicó un documento adaptado de la Organización Mundial de la Salud (OMS) donde recomienda llevar a cabo ejercicios de estimulación temprana en tu hogar, no requieres inversión, tampoco necesitas ir a un lugar especial, ya que son juegos, ejercicios y caricias que puedes hacer en casa.

Comienza por tres minutos diarios y sube el tiempo a medida que tu hijo crezca. Esta son las cuatro áreas que se fortalecen con la estimulación temprana:

  • Motricidad gruesa: son los movimientos de los grandes músculos y gracias a ellos  fortalece el equilibrio, además de adquirir agilidad, fuerza y velocidad en los músculos de piernas, brazos, cuello, espalda y cintura.
  • Motricidad fina: es la coordinación de los movimientos finos o pequeños, como los que ocurren al mover los dedos y coordinarlos con los ojos. También se le conoce como destreza.
  • Lenguaje: es la capacidad de comunicarse.
  • Socio-afectivo: es la capacidad de relacionarse consigo mismo y con los demás así como expresar sentimientos y emociones. Recuerda que el manejo de emociones es clave para el éxito.

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El aburrimiento es indispensable

Cuando un niño no tiene paciencia, tampoco espera su turno, le da miedo la soledad o no sabe qué hacer frente al aburrimiento, significa que está sobreestimulado, y  esto tiene importantes repercusiones en el desarrollo de los niños y niñas.

Los pequeños que están exageradamente estimulados no prestan atención a algo «ordinario» (como un juego de mesa, un libro, un muñeco no electrónico) y fácilmente se distraen, se aburren y buscan un distractor cada vez más fuerte. Por ejemplo, no sabe qué hacer con un libro y prefiere siempre las pantallas, y cuando no tiene una, se aburre, se enoja y se frustra a tal grado que no sabe controlar sus emociones.

«La estimulación temprana no tiene que sustentarse siempre en la diversión sino también en la calma, la concentración, el descanso, el aburrimiento, el análisis, la pasividad, el descanso y la tranquilidad, pues todas ellas son esenciales para un óptimo desarrollo», indica el neonatólogo Javier Sánchez Nava.

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