No hay una única forma «correcta» de criar a un hijo; pero sí hay muchas maneras de criar niños felices, sanos y equilibrados. Sin embargo, algunos estilos de crianza pueden tener consecuencias negativas profundas y deben evitarse a toda costa.
Estilos de crianza no tan buenos
1. Crianza autoritaria
Según el Journal of Cognitive Psychotherapy, se caracteriza por un alto control y poca calidez. Es un estilo rígido que prioriza la obediencia sin ofrecer afecto ni espacio para el diálogo.
Los padres autoritarios ponen reglas estrictas sin explicaciones ni excepciones. Por ejemplo, un adolescente castigado de llegar tarde a casa no podrá quedarse tarde en la escuela para un proyecto grupal, sin importar la razón. Si no sigue la norma, tendrá castigos grandes y perder privilegios.
Este estilo puede afectar el desarrollo emocional, social y académico del niño. Al crecer en un ambiente donde su opinión no cuenta, pueden desarrollar baja autoestima y dificultades para expresarse. También pueden desarrollar un miedo al fracaso, asociando los errores con castigos en lugar de aprendizaje.
2. Crianza permisiva
La crianza permisiva se basa en mucho cariño, pero pocas reglas. Los padres actúan más como amigos que como figuras de autoridad, permitiendo que sus hijos hagan lo que quieran sin límites claros.
Aunque parece un enfoque amoroso, la falta de estructura puede afectar a los niños. Sin normas, pueden sentirse perdidos, tener problemas escolares y carecer de autocontrol. Además, evitar la disciplina les enseña que sus acciones no tienen consecuencias.
Un estudio de 2016 encontró que estos niños pueden desarrollar una actitud de “merecerlo todo”, lo que dificulta su adaptación a entornos con reglas y responsabilidades, como la escuela o el trabajo.
3. Crianza negligente o no involucrada
Según un estudio de Journal of Child and Family Studies (2018), la crianza negligente da independencia, pero con poco apoyo. Los padres cubren lo básico (comida, ropa y techo), pero son emocionalmente distantes.
Aunque no siempre es intencional, la falta de conexión deja un vacío en el niño. Si pasa mucho tiempo solo o sin guía, puede sentirse desamparado, afectar su rendimiento escolar y tomar decisiones arriesgadas.
Según Cureus (2022), estos niños suelen desarrollar baja autoestima y un mayor riesgo de ansiedad, depresión o problemas de conducta en busca de atención.
Cada estilo de crianza influye en la vida de los niños, pero estos tres en particular pueden afectar su bienestar emocional, social y académico. La clave es encontrar un equilibrio entre disciplina y afecto, estableciendo límites saludables mientras se fomenta una relación de apoyo y respeto mutuo.
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Alejandra Guzmán
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