La pérdida de audición es una de las limitaciones más graves que existen y, aun así, no le damos la relevancia que realmente tiene. Son pocas las personas que comprenden lo complicado que resulta superarla. Cuando un recién nacido presenta algún nivel de pérdida auditiva, se le denomina hipoacusia o sordera congénita. Sus orígenes pueden ser genéticos o no. En este contexto, las causas hereditarias suelen ser las más comunes (más del 50% de los casos).
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Aproximadamente dos de cada tres bebés que nacen con pérdida de audición tienen un componente genético.
Asimismo, las causas genéticas pueden ser recesivas y dominantes. La diferencia es que las primeras se manifiestan cuando ambos padres le aportan algún gen afectado al bebé, pero si el bebé recibe una sola copia del gen dañado no sufre la enfermedad, aunque la puede transmitir a su descendencia.
Niveles de pérdida auditiva y sus causas
La pérdida auditiva que un bebé puede experimentar al nacer puede ser de grado superficial, media, severa o profunda. Las severas y profundas son las de mayor relevancia. Se estima que entre dos y tres de cada mil recién nacidos presentan una pérdida auditiva severa o profunda.
La mayoría de las sorderas congénitas son a causa de un problema en el oído interno, las causas pueden ser genéticas o adquiridas. A su vez, las adquiridas pueden ser por infecciones virales en la madre durante el embarazo (Rubeola, por ejemplo), o en el bebé después de nacido (Sarampión, paperas, etc.). Además, pueden ser por aplicación de medicamentos que dañan el oído (gentamicina, kanamicina, amikacina) o durante y después del parto por falta de oxígeno, o infecciones bacterianas como meningitis.
Durante el nacimiento y los primeros años de vida, es muy común la aparición de pérdidas auditivas causadas por infecciones en el oído medio, conocidas como otitis media. Se estima que este tipo de infección afecta al 95% de los niños en algún momento. En la mayoría de los casos, no representa un problema grave, ya que suele resolverse por sí sola o con tratamiento antibiótico. Solo en ciertos casos, la afección se prolonga lo suficiente como para interferir en el desarrollo del lenguaje, especialmente cuando existen factores adicionales como alergias o exposición al humo del tabaco en el hogar.
Impacto de la sordera congénita desde el nacimiento
Si no se atiende:
- El niño no solo no entenderá lo que le dicen, difícilmente aprenderá a hablar y a leer. Su desarrollo integral se verá severamente limitado.
- Se dificultan sus relaciones sociales, no puede seguir la conversación en la mesa familiar.
- Se limitarán sus posibilidades de ser independiente en el futuro.
- Su educación en general se complicará mucho; ya que muchas escuelas rechazan a niños con sordera.
- Como adultos, son relegados a trabajos menores.
Es fundamental que desarrollen un sistema de lenguaje para poder comunicarse. Esto puede lograrse a través de la lengua de señas, aunque en la mayoría de los casos, con una intervención oportuna y adecuada, es posible proporcionarles la capacidad auditiva necesaria para comprender y utilizar el lenguaje oral.
Diagnóstico temprano y medidas preventivas
- Lo primero es solicitar el tamiz auditivo neonatal, al nacer.
- En caso de cualquier sospecha de que el bebé no escuche bien, o si está tardando en hablar, es importante acudir con un especialista para realizar un diagnóstico.
- Lo idóneo es buscar un centro que se especialice en la atención de personas con pérdida auditiva, que tenga servicios integrados de diagnóstico (audiología), rehabilitación (terapia) y médico (otología, neurotología).
- Las mujeres deben vacunarse contra la rubéola antes de tener hijos, llevar un control adecuado en el embarazo, solicitar el tamiz auditivo neonatal cuando nace el bebé, estar al pendiente cuando el bebé nace con poco peso, si no respira inmediatamente al nacer o si la mamá requiere de cualquier medicamento durante el embarazo o tiene cualquier complicación en el parto.
- Los niños deben vacunarse contra meningitis, sarampión y paperas, además de estar atentos a las infecciones de oído que mencioné anteriormente, a los traumatismos (si el bebé se cae de la cama, por ejemplo). Hay que evitar que los bebés se expongan a ruidos demasiado fuertes, y no fumar dentro de la casa cuando hay niños.
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Gonzalo Corvera Behar.
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