Ya llegaste a la semana 10 del embarazo, estás a pocas semanas de superar el primer trimestre y dejar atrás esos malestares que ahora te tienen tan incómoda. Tu bebé ya mide entre 3 y 4 centímetros y pesa 5 gramos, como una fresa mediana. Me da mucha emoción contarte que cada día se ve más como humano.
¿Qué sorpresas vienen con la semana 10 del embarazo?
Durante esta semana, se empieza a activar el sistema nervioso: millones de neuronas se crean al día, por eso el cerebro es muy grande en comparación con el resto del cuerpo y ahora tiene forma de pelota. A pesar de que no tiene actividad racional, ya se formaron los nervios y se conectaron muchos mini-músculos. Por eso, en un ultrasonido, puedes ver que tu bebito se mueve, pero aún son desplazamientos involuntarios.
Por ejemplo, las manos ya se abren y cierran de forma periódica, pero no lo hacen con un propósito determinado (¡no! no te está diciendo adiós). Aunque no lo sientas, también patea y estira sus codos. A las diez semanas tu bebé traga, y empieza a tener pelo y unas uñas delgaditas y pequeñitas, como papel de arroz.
Por su parte, los intestinos no se han formado y aún se puede “ver” la hernia fisiológica que existe en las primeras semanas y que será sustituida, a finales de esta semana, por el intestino grueso, el delgado y el colon.
En la semana 10 del embarazo, tu útero ha crecido por lo menos dos centímetros más. Es muy posible que ya se note que estás embarazada, ¡qué felicidad! Esa pancita, que nace en la parte baja de tu abdomen, aunque todavía es pequeña, no deja lugar a dudas. Te debo decir que hay de panzas a panzas y si tú todavía no ves ninguna diferencia, no te preocupes.
Cada cuerpo es diferente y tu estatura, tu tono muscular, si has estado embarazada antes y tu peso influyen en qué momento te vas a ver embarazada, aquí no hay una regla ni una fecha obligada: esa panza se va a botar cuando sea su momento.
Cuando tu útero se expande, también lo hacen los ligamentos redondos que están a los lados de tu matriz. Su función es detener a tu útero, es decir, te ayudan a cargarlo durante estos 9 meses. Esto causa que a muchas mamás les duela el abdomen o las ingles. Puedes sentirlo desde esta semana o cuando tu abdomen crezca más, alrededor de la semana 16.
Por otro lado, en esta semana 10 del embarazo vas a ver venas en diferentes partes de tu cuerpo, como tus senos y tu abdomen. Como ahora hay más sangre circulando por tu cuerpo, las venas tienen que adaptarse al mayor volumen y por eso se ven. Parece un sistema de ríos azules, que llevan todo lo que tu bebé necesita desde tu organismo, hasta su cuerpo.
Si tu médico lo considera necesario, en esta semana te recomendará realizarte estudios para descartar alteraciones genéticas como el síndrome de Down. Lo que seguro te va a pedir es un análisis de sangre, para asegurarse que no tengas anemia. Con la misma muestra de sangre, el laboratorista analizará si tuviste infecciones como hepatitis B y C, sífilis, VIH, toxoplasmosis y rubéola. Estos exámenes son de rutina, no te inquietes, y se recomienda hacerlos en el primer trimestre de tu embarazo.
La semana 10 del embarazo es un buen momento para que hagas una cita con un nutriólogo, sobre todo si estás esperando más de un bebé, pues tus necesidades nutricionales cambian. Incluye alimentos con fibra, como ciruelas, pasas, granos enteros, frutas y mucha verdura para combatir el estreñimiento. Como tu cuerpo tiene casi el cincuenta por ciento más de sangre circulando, toma suficiente agua a lo largo del día.
La placenta en las culturas
Bonita no es, pero es tan sorprendente, tan esencial para la vida de tu bebé, que algunas culturas la honran. Hay tribus en Australia que la entierran justo después del parto y sobre ella siembran un árbol frutal. En Indonesia la consideran el hermano mayor del bebé y por eso merece ser enterrada. En Bali la colocan dentro de un coco y la dejan secar, como una forma de honrarla. Otras culturas la ofrecen al mar. Actualmente, hay quien se hace una joya con una parte de ella, quien se la come o se la unta como crema rejuvenecedora.
El trabajo de alimentar y oxigenar a un embrión no es fácil, por eso hay que aplaudirle a la placenta. Los primeros días, tu endometrio alimentó al óvulo justo después de que se insertara en él. A las dos semanas, la bolsa embrional le dio alimento y oxígeno a tu bebé, cuando era un sistema de células que se duplicaban con gran velocidad.
Pero a partir de la quinta semana del embarazo, la placenta toma las riendas de esta misión esencial, y desde entonces trabaja — sin descanso— y no va a parar hasta que tu bebé nazca. La placenta funciona hasta pasadas las 37 semanas, cuando se considera que el bebé ya llegó a término y es el momento de nacer.
En la semana 10 del embarazo tu bebé ya es del tamaño de una fresa. Su cerebro está creciendo a pasos acelerados, creando millones de neuronas todos los días. Sus músculos ya están haciendo pruebas, por eso patea, flexiona los brazos, abre y cierra las manos y, además, traga el líquido amniótico. Todos sus órganos están listos para ir creciendo y madurando. En sus dedos, nacen uñas muy delgadas y empieza a tener pelo. ¡Así o más emocionante!
Todo va sucediendo gracias a la placenta, que se formó de las mismas células madre que tu bebé. Este órgano todavía tiene misterios, pero sabemos que cumple con las funciones de glándulas y órganos, y que sostendrá la salud y la alimentación de tu bebé mientras viva dentro de ti.
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Redacción bbmundo
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