jueves, 12 de noviembre de 2020

¿De verdad conoces a tu hijo?

Ya tenemos meses en casa, con la escuela y todo lo demás sucediendo al mismo tiempo en el mismo espacio con todos los miembros de la familia, y este tiempo ha sido una oportunidad de oro para identificar quiénes somos como padres y quiénes son nuestros hijos. En este tiempo en casa, ¿de verdad puedes decir que conoces a tu hijo?

¿Te has preguntado si de verdad conoces a tu hijo?

Como padres creemos que nuestros críos son capaces o incapaces de hacer o de no hacer ciertas cosas, y hoy que la convivencia se ha extendido en el tiempo creo (al menos a mi me ha pasado), tener una mejor y clara noción de quiénes son mis hijos y de sus capacidades, habilidades y fallas (que claramente, a veces son reflejo de las mías), me ha llevado a hacer ajustes en mi forma de vincularme con ellos y de mejorar nuestra relación, pero también de ajustar algunas tuercas.

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Este tiempo de pasar horas y horas juntos, nos ha dado oportunidad para descubrir…

  •  Los modales y hábitos de nuestros hijos (adecuados o nefastos)
  • Sus maneras de hablar, conducirse y relacionarse con otros (así sea vía remota), amigos, maestros y familia.
  • Nos dimos cuenta de su crecimiento, no solo físicamente porque les ha dejado de quedar la ropa, o los zapatos, sino también de sus nuevos niveles de madurez
  • Hemos observado si tienen o no, (igual que nosotros), herramientas emocionales para gestionar las situaciones a las que se ha tenido que ajustar en este tiempo.
  • Hemos visto y escuchado cómo se comportan en las clases en línea, sus áreas fuertes y las de oportunidad en el ámbito académico. El cómo se relacionan con sus pares y maestros, si son o no respetuosos, empáticos, cordiales, participativos. ¿Qué tanto conoces a tu hijo en este ámbito?
  • Descubrimos sus niveles de energía o si se han deprimido y aislado.
  • Qué tanto se suman a la convivencia familiar o se retraen; qué uso dan a sus redes sociales y cuánto consumen de contenido digital.
  • Qué tan limpios y cuidadosos son o no con su higiene personal, con sus cosas, útiles, espacios en casa y tareas domésticas.

Y así, la lista podría seguir, el mensaje es que ya no tenemos pretextos para no saber quiénes son nuestros hijos. Hoy estamos con ellos, más cercanos que siempre al menos físicamente, ojalá también emocionalmente. Pienso que es un momento único para preguntarte si de verdad conoces a tu hijo.

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Es momento para sacar el mejor de los provechos para evolucionar como familias, construir mejores relaciones, memorias positivas de este tiempo en todos nosotros.

Ya no caben los pretextos para decir hacia afuera que no es nuestro hijo, sino sus amistades, o el maestro, o el doctor, o la nana, o la peli que vio, lo que hizo que hiciera o dijera “x” o “y”. Hoy sabemos que nuestros hijos, igual que nosotros, eligen comportarse de cierta manera y que tienen una razón o una emoción detrás para hacerlo. Hoy sabemos que nuestros hijos viven intensamente sus emociones y sus relaciones dentro y fuera de casa; que también, a su alcance y guardando las proporciones, tienen planes, proyectos, ideas y anhelos a los que también les han tenido que poner una pausa involuntaria.

Yo he tenido que reconocer en mis hijos, conductas y hábitos que yo creía que eran aprendidos de otros espacios, de otras personas y que solo los imitaban. En este tiempo descubrí que por más que no me gusten ciertas cosas, son conductas o situaciones que ellos provocan de manera voluntaria y que tiene una razón de ser. He tenido la oportunidad y el tiempo de establecer con ellos conversaciones más profundas y de valor: sobre temas relevantes como el amor, la muerte, la vida, el nacimiento, la religión, las enfermedades, los fenómenos naturales, la guerra, el maltrato animal, la diversidad sexual, la contaminación ambiental, el calentamiento global y descubrir en ellos su criterio y valiosísimas opiniones que yo no conocía del todo.

Hoy sé quiénes son cada uno de mis hijos, ¿tú puedes decir que conoces a tu hijo? Yo he podido y he elegido darme el tiempo especial con cada uno de ellos para reforzar y refrendar mi total soporte y amor incondicional a cada uno de ellos. Hemos hablado de nuestros miedos, de nuestras frustraciones, de nuestras añoranzas y recuerdos, de mi infancia y de la suya. Este tiempo ha sido de reconexión y alineación entre su papá y yo para cerrar filas en nuestro estilo de crianza y para reconocernos mutuamente los errores y los aciertos y reconocer en nuestros hijos lo mismo y lo mejor, que se los hemos hecho saber.

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Mi invitación es para acercarte más a tus hijos, ¡sí más!, todavía más, con palabras, con contacto físico, con miradas largas, con pausas en el día, con preguntas importantes, con una escucha activa, con una disposición genuina para ser y estar. Dicen que alguna vez fuimos felices y no lo sabíamos, yo no quiero repetir el error, yo quiero aprender de él, quiero que mis hijos sepan que estar con ellos me hace feliz, que lo sé, que lo aprecio, que lo valoro y lo agradezco, y que este tiempo es un regalo mutuo del que tenemos que sacar lo mejor todos, porque todo se pasa y esto también pasará y no quiero que tanto cambio sea en vano, quiero crecer junto con ellos.

Hoy tenemos un diario de agradecimiento, y en él, cada uno de nosotros escribe algo. Luego releemos algunos de los apuntes y hemos sido afortunados para reconocer lo mucho que nos hemos ajustado, lo mucho que hemos crecido, y futureamos con el momento de regresar a la vida como la conocíamos y hemos dicho en voz alta, coincidiendo en algo: ojalá falte mucho, porque así hemos estado muy bien.

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