martes, 24 de noviembre de 2020

¡Lo acepto, soy una señora!

Me llama mucho la atención que en pleno 2020, muchas personas sigan sintiendo que la edad es una barrera para ciertas cosas, un permiso para otras y un tema que no se trata como se debe, porque la edad genera (todavía) cierta discriminación. Yo no tengo un problema, yo soy una señora en toda la extensión de la palabra.

Los beneficios de decir «sí soy una señora»

Recién me encontré con el término “edadismo”, que se refiere a los estereotipos, prejuicios y discriminación contra las personas debido a su edad. Muy mal que esta situación se presente en trabajos, o ideas que tenemos para poder hacer o no hacer ciertas cosas, sobre todo cuando es una realidad que la diversidad es lo que nos enriquece como humanidad. Bueno, esa es la raíz del tema que quiero platicar.

Por mi trabajo, paso mucho tiempo interactuando en redes sociales y me doy cuenta que, sobre todo a las mujeres, les cuesta mucho aceptar la edad y el término “señora”; les causa un ruido tremendo y que en las redes sociales mandan ciertos mensajes para proyectar que no lo son, cuando esa es la realidad. Ser una “señora” no tiene nada de ofensivo o de malo; eres y punto, por edad, por ser mamá, por no ser mamá pero ya no ser una chamaca… da igual.

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El tema es que ¿por qué da tanta roña ser llamada “señora”?, veo con mucha frecuencia que las personas usan frases como: “ya denoté edad”, “ya soy señora porque…»,»me traumé porque ya me dijeron señora en el mercado”, “ni que fuera una señora”, “la ropa esa es muy de señora…”, “típico de señoras que…”, y así podría seguirme con una larga lista de expresiones negativas hacia ser y parecer una señora, lo cual; con esa etiqueta, nos hace pensar o sentir que tiene algo de negativo. Yo pienso que no tiene nada de malo decir “soy una señora”.

Yo, contrario a lo que dice la canción de Melissa Griffiths, sí soy una señora, mayor de edad, madre de cuatro, de estado civil casada y de mente señora porque me considero madura y plena en mi edad y porque es lo que es, y a título personal me parece determinante aceptar nuestra edad con amor y libertad por varias razones:

  • Porque niño ve, niño hace; y mandar el mensaje de ser por siempre inmaduras no da seguridad a nadie, y no está tan padre ser la “amiguita de tus hijos” en lugar del adulto responsable en quien ellos pueden encontrar apoyo, confianza y certeza para interpretar y para funcionar en el mundo.
  • Porque queremos hijos maduros e independientes, pero nosotros los padres no aceptamos la edad con madurez e independencia y esa contradicción se ve y se siente.
  • Porque no podemos fingir que la edad no es importante para asumir los cambios en nuestras vidas y pretender estar por siempre estacionados en una edad sin tiempo.
    Porque no queremos etiquetas para criar a nuestros hijos, pero sí nos etiquetamos entre nosotros los adultos.
  • Porque no tiene nada de malo asumir lo que viene con la edad que, por cierto, da ganancias extraordinarias como el conocimiento, la sabiduría de vida, la experiencia, la certeza; la resiliencia, etc.

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Soy una señora y no me molesta que se dirijan a mí como tal, no me hace sentir mal que me lo digan, y escuchar la palabra no me altera y no me representa nada negativo. Si acaso de eso se trata el término.

Nuestra sociedad necesita que los adultos responsables nos asumamos y nos comportemos como tales, que podamos hacernos cargo de las decisiones importantes en la vida, esas que trascienden y que impactan a más personas a nuestro alrededor y que dejemos de actuar como personas inmaduras, incapaces de asumir ciertas responsabilidades porque es de “señoras o de señores”, con la edad se crece, en cuerpo y alma y lo mismo debe de aplicar a la inteligencia, la ordinaria y la emocional, ser, aceptar y comportarnos y comunicarnos como señoras y señores es lo que corresponde, lo que nos puede llevar a tener una sociedad y familias más funcionales.

El otro día viendo una película de “época”, en una escena observaba un par de mujeres con algunos hijos, al frente total de sus vidas, sus familias, sus propiedades y todas sus responsabilidades y estaban en sus tempranos 20 ́s, la vida ha cambiado y la esperanza de vida es cada vez mayor, pero eso no significa que apenas a los 40 altos nos asumamos en adultos responsables, por favor no.

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Para efectos legales somos adultos desde los 18 años, no puede ser que sea hasta dos décadas después en promedio que vayamos aceptando que crecimos “algo”. Es increíble seguir cumpliendo años, aprendiendo de la vida y tener un haber amplio de éxitos y fracasos, porque así es la vida. Es perfecto transmitir a nuestros hijos que nosotros estamos a cargo, que tenemos la edad que tenemos y que cuentan con nosotros, esa educación que no se equivoca al dar certeza y seguridad a los más pequeños, a los más jóvenes, porque si todos somos iguales, literal, ¿quién podría formarlos, guiarlos, defenderlos y acompañarlos en el viaje que emprenden al crecer?

Conclusión, sí soy una señora y es esa capacidad que puedo estar en dónde estoy en mi vida ahora y no tengo que demostrarle a nadie que solo siendo eternamente joven o inmadura merezco pertenecer a algo. Para criar niños felices, seguros y plenos, lo ideal es que nosotras también lo vivamos así.

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