A pesar de que hace algunas décadas se cuestionaba que los menores de seis años pudieran tener depresión, las evidencias científicas muestran que no sólo es posible, sino que cada vez es más común o fácilmente identificable debido a los avances en el estudio psicológico infantil pero, ¿cómo saber si la conducta de tu hijo es normal o requiere la intervención de un terapeuta?
En términos generales, sabemos que el desarrollo de la niñez involucra cambios físicos notorios y una avalancha de conductas distintas que tal vez sean repentinas pero no “sospechosas”, sin embargo, debes poner mucha atención si notas que tiene problemas recurrentes en la escuela, te habla de fantasías con la muerte (“¿por qué no puedo irme a donde está mi abuelo?”), notas que se aísla o tiene un desinterés general entre otras, ya que podría ser momento de llevarlo con un especialista.
La depresión infantil puede desencadenar complicaciones como la auto agresión y en casos extremos, el suicidio.
¿Qué es la depresión infantil?
Es un trastorno afectivo en el que el niño se percibe triste, inconforme consigo mismo, desganado y presenta cambios evidentes en su comportamiento a nivel familiar, escolar y social, como reflejo de algún evento desagradable en su vida, (pérdidas, separaciones, violencia, etc.); para hablar de que existe un cuadro clínico, las modificaciones en su conducta deben ser persistentes al menos dos semanas consecutivas y reflejarse en actividades tan vitales como comer o dormir.
De acuerdo con la psicóloga Nancy Steinberg, debido a que la edad juega un papel importante en la detección y tratamiento de este padecimiento, es necesario distinguir cuáles son los rasgos depresivos más comunes y saber que puede darse a partir del periodo preescolar.
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Estos son los síntomas
En el Manual de Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales 4ta Edición (DSM-IV) se consideran como algunos de los más significativos:
- Estado de ánimo retraído
- Insomnio o hipersomnia (exceso de sueño)
- Pérdida o aumento significativo de peso
- Incapacidad de sentir placer o interés
- Fatiga o falta de energía
- Agitación o enlentecimiento psicomotor
- Sentimientos de inutilidad o culpa
- Problemas de concentración
- Ideas o fantasías alusivas a la muerte
Ahora bien, si partimos de la idea de que tu hijo es pequeño y no tiene la posibilidad de decirte que se siente triste, tu atención en la manera en que se comporta será la que te guíe para decidir canalizarlo con quienes pueden apoyarlo.
De manera práctica y para ayudarte a identificarla, la doctora Steinberg la describe “como si tu hijo tuviera fiebre todo el tiempo, pero no tiene”, como si de estar involucrado en el juego y la convivencia con familiar, se volviera retraído y perdiera las ganas de reírse de cosas que antes lo hacían feliz o que causan gracia a otros niños de su edad; también si empieza a tener pesadillas o terrores nocturnos exacerbados y notas que sus rutinas de sueño y alimentación están alteradas.
¿Tu hijo está deprimido? Descúbrelo
Recomendaciones
Si notaste que alguno de los síntomas se asemeja al comportamiento de tu hijo, no dudes en comentarlo con tu pareja y familia, para que juntos tomen la mejor decisión. Muchas veces, por no querer afrontar el problema o pensar que “ya se le pasará” la depresión infantil se vuelve severa y desencadena complicaciones como la auto agresión y en casos extremos, el suicidio.
Como nuestra especialista sugiere, hay que hacerle caso al instinto maternal y dejar de lado los sentimientos de culpa que son los que te llevan a paralizarte. Es cierto que todavía hay mucha gente que no concibe que un niño de dos años puede estar deprimido pero, acercarte a un terapeuta que esté dispuesto al diálogo y a explicarles con documentos y estadísticas por qué sí pueden estar atravesando un periodo como éste, será la mejor alternativa para salir pronto del bache.
Sabemos que el médico de primer contacto es el pediatra y antes de adelantarte a los hechos, es imperativo que lo lleves a una revisión general para corroborar que su salud física es óptima y no la causante de su cambio de humor. En caso de que existiera alguna enfermedad, te sugerimos apegarte al tratamiento indicado y ver si su ánimo mejora, si no, pídele a su doctor que te recomiende un paido psicólogo, que es el indicado para confirmar si existe un cuadro depresivo.
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¿Cómo elegir a un terapeuta?
Apóyate en las siguientes preguntas para decidir qué profesional se adecua a las necesidades de tu hijo y a las tuyas:
- ¿Tiene la titulación adecuada para ejercer su profesión? (fíjate en los documentos expuestos en su consultorio y averigua si es miembro de alguna asociación)
- ¿Qué tipo de experiencia posee? (pídele que te platique cuando lo contactes por primera vez)
- ¿A tu hijo le cae bien? Es el punto más importante de la lista pues según la conexión que tengan, será el éxito del tratamiento
- ¿Es posible llamarlo si tienen alguna emergencia?
- ¿Cómo maneja la cancelación de citas?
- ¿Puede darles terapia familiar? En caso de que no, ¿puede sugerirles algún otro especialista?
- Cuando salga de vacaciones o no pueda atenderlo ¿quién trabajará con tu hijo o cómo suplirán ese tiempo de consulta?
- Si cuentas con servicio médico por el trabajo, ¿incluye este tipo de consultas?, ¿cuántas?, ¿debes pagar algún porcentaje?
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