La disciplina y educación en los niños es un tema que asusta a muchas mamás, pero tú no tienes que ser una de ellas.
Para empezar, debes entender la importancia de establecer bases educativas desde la edad temprana de tu bebé, y no esperar hasta que tenga 2 o 3 años y los berrinches se conviertan en tu verdadera pesadilla.
Además, dejar en claro que la palabra “disciplina” no tiene nada que ver con dar nalgadas o lavar la boca con jabón por decir alguna grosería. Hay personas totalmente convencidas de que, gracias a que los corrigieron con golpes cuando eran niños, hoy son gente de bien y no sufrieron ningún trauma, pero la realidad es que son buenas personas porque lograron recuperarse lo suficiente para superar el maltrato.
¿No quiere o no puede?
La mayoría de los padres asume que su hijo no quiere comportarse de una forma adecuada, cuando en realidad no puede hacerlo, al menos hasta ese momento. Es muy común que creas que tu hijo solo se porta mal solo por molestar pero debes considerar las capacidades según su edad y madurez personal, su temperamento y el contexto que rodea la situación en la que se presenta la conducta inaceptable.
No sólo es corregir, también es validar
Si quieres disciplinar con inteligencia, comienza por reconocer todo lo que tu hijo hace bien de manera cotidiana y tal vez no le estás dando tanta importancia como aquello que aún no logra o hace mal. Una disciplina que sólo se base en sancionar las conductas inaceptables sin validar y reconocer sus buenas conductas, estará condenada al fracaso.
La mejor estrategia que como mamá puedes utilizar diariamente son los reconocimientos sinceros, cálidos y oportunos de lo que tu hijo hace bien. ¿Ya comienza a caminar por sí mismo? En lugar de darle advertencias como “¡Cuidado, te vas a pegar!”, felicítalo, aliéntalo y sólo supervisa que no se lastime. Valida su pequeño logro. Si ayudó a su hermano pequeño a alcanzar un juguete, refuerza la parte positiva: “Qué bien que ayudaste a tu hermanito”. Un gesto simple, sin exagerar el hecho, será suficiente.
Los premios y castigos: el cáncer educativo
Cuando premias una ación, le comunicas a tu hijo que dicha conducta no tiene valor por sí misma. Además, si le ofreces un juguete a cambio de terminar toda su comida, acabará por exigirte regalos siempre que coma bien y se convertirá en un mercader de su buen comportamiento y te lo cobrará cada vez que lo haga.
Por eso, debes fomentar acciones positivas sin necesidad de premios: reconoce cada actitud buena pero no condiciones tu afecto a su conducta. Si quieres darle un regalo, no lo condiciones, solo dáselo.
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2 técnicas infalibles
1. Conecta y redirige. Si tu hija se despertó llorando por una pesadilla, no le des un discurso sobre el hecho de que estos sueños no son reales y sólo están en su imaginación. Mejor conéctate emocionalmente con ella, abrázala y cálmala con tu presencia, aunque sean las 3 de la mañana. Cuando observes que ha logrado calmarse, redirigiendo su atención a una posible solución: pregúntale si quiere descansar cerrando sus ojos mientras tú la acompañas un rato.
2. Nómbralo para dominarlo. Narrar la experiencia que lo asustó, entristeció, enojó o le haya producido cualquier emoción que lo haya descontrolado, le ayudará a darle sentido. Juntos póngale nombre a lo que siente tantas veces como sea necesario, así comenzará a entender y dominar sus emociones.
Vidal Schmill
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