El expansor de paladar es una herramienta útil para corregir problemas en la boca de los niños cuando están mudando de dientes.
De acuerdo con los expertos en salud oral son, principalmente, tres los problemas que resuelve: dientes apiñados o chuecos, la mordida cruzada y el maxilar estrecho. ¡Sigue leyendo para conocer más!
Expansor de paladar ¿para qué sirve?
El expansor de paladar es muy útil en bocas que aún siguen creciendo, porque ayudan a corregir diversas situación justo cuando el niño o la niña está en la etapa de cambio dental
Es decir, aún tiene dentición mixta: dientes “de leche” y piezas dentales definitivas. Tiempo perfecto para que se hagan ajustes.
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De acuerdo con la odontóloga Estefanía Limón de la Cruz, directora de Mi Dentista Familiar, los expansores de paladar permiten corregir algunos problemas en la boca, como estos:
Dientes apiñados o encimados
Cuando brotan los dientes definitivos son más grandes que los de leche y, por tanto, ocupan mayor espacio en la encía. Sin embargo, en algunos pacientes se comienzan a enchuecar las piezas dentales nuevas y se apiñan unos con otros.
SOLUCIÓN: Se coloca un expansor de paladar para hacer crecer justamente el paladar y que los dientes tengan el espacio suficiente en la encía para alinearse.
TIEMPO: Entre 8 a 12 meses de tratamiento con el expansor de paladar, siempre y cuando el paciente acuda a todas sus revisiones y ajustes en tiempo y forma.
Mordida cruzada.
En ocasiones el maxilar de arriba crece menos que el de abajo. Por ello, la mordida no está alineada y se dice que está cruzada.
El origen de la mordida cruzada puede ser dentario, es decir cuando los maxilares han crecido correctamente, pero son los dientes los que están colocados de una manera incorrecta. O de origen esquelético en el que la mordida cruzada ocurre porque los maxilares están disparejos no los dientes.
SOLUCIÓN: Se coloca un expansor de paladar para hacer crecer el maxilar superior a fin de alinear la mordida sin cirugía. En algunas ocasiones se colocan también brackets.
TIEMPO: Entre 6 a 8 meses de tratamiento siempre y cuando el paciente acuda a todas sus revisiones y ajustes.
Maxilar estrecho.
El rostro comienza a tener problemas funcionales y respiratorios, e incluso estéticos. Por ello, el niño no puede comer, dormir e incluso hablar correctamente debido a que su maxilar es estrecho.
SOLUCIÓN: Se coloca un expansor de paladar para hacer crecer el maxilar a fin de armonizar el rostro y reducir los problemas que están surgiendo. Si el expansor no funciona porque el paciente ya pasó la etapa de cambio de dientes, entonces se puede hacer una cirugía maxilofacial.
TIEMPO: Entre 8 a 14 meses de tratamiento con el expansor de paladar, siempre y cuando el paciente acuda a todas sus revisiones y ajustes.
¿Cómo saber si un niño necesita usar expansor de paladar?
“Serán el odontopediatra y ortodoncista quienes recomienden usar o no un expansor de paladar después de una revisión exhaustiva, de estudios de diagnóstico, de radiografías y de revisar la historia familiar del paciente, porque en ocasiones los padres o abuelos tienen el mismo tipo de mordida, posición de los dientes o tamaño del maxilar”, precisa la odontopediatra Limón de la Cruz.
El mecanismo del expansor de paladar funciona con una llave que se va abriendo a fin de generar movimientos suaves sobre el paladar, que lo va separando progresivamente el maxilar a la mitad para dejar un espacio donde se irá formando hueso nuevo para que se logre ensanchar el paladar.
De acuerdo con la entrevistada Limón de la Cruz, estas son las señales de que tu hijo puede necesitar un expansor de paladar:
- Tiene los dientes chuecos, especialmente los frontales.
- No puede morder fácilmente y le duele cada vez que quiere morder algo duro como una manzana o una zanahoria cruda.
- Le es imposible cerrar los labios.
- Ronca o hace ruidos nasales al dormir, masticar, hablar o hacer actividades deportivas o recreativas.
- Sigue teniendo muelas de leche a los 12 o 14 años de edad.
- Tiene la mordida cruzada.
- Su rostro luce poco estético, entre otros.
La odontóloga experta en niños Limón de la Cruz explica que desde los seis u ocho meses de edad es recomendable revisar la boca de los niños y niñas.
Y cuando lleguen los “dientes de leche” hay que cepillarlos, cuidarlos y procurar evitar cualquier tipo de lesión en la boca, ya sea con juguetes, por caramelos macizos o debido a una mala higiene.
Además, cuando el niño o niña comience a mudar de dientes, será necesario checar cómo están saliendo las piezas dentales permanentes, si tienen espacio, si están alineados o si el maxilar está creciendo adecuadamente. Todo ello, debe ocurrir cuando el niño no ha consolidado la adolescencia a fin de tener tiempo de hacer las correcciones adecuadas
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Guadalupe Camacho
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