viernes, 2 de diciembre de 2022

Los hijos no son moneda de cambio

-“Ser papás es bien fácil”- dijo nunca nadie. Cuando te conviertes en padre o en madre te das cuenta de que una cosa es la teoría y otra muy distinta la práctica, que todo aquello que alguna vez juraste que ibas a hacer de cierta manera, no es posible cuando los hijos pasan de ser ilusión futura a realidad y que, amarlos es lo más sencillo del mundo, pero todo lo accesorio es lo que lo vuelve a veces muy difícil.

Recién leí y coincido que: “amar a los hijos es lo más sencillo de la maternidad; lo que es difícil son las responsabilidades que vienen con ellos, las tareas, el que hacer diario, el cansancio, las noches de preocupación, el decir no, la culpa, etc. Amarlos es fácil, lo demás no”.

Ahora bien, no todos los niños crecen en el modelo de una familia tradicional (mamá-papá), hay parejas separadas y/o divorciadas y los críos en muchos casos se vuelven una moneda de cambio entre esos padres.

Ya sé que me van a decir que mas vale un hogar feliz sea con mamá, o con papá, pero no uno infeliz con ambos; o que los niños son niños y que se acostumbran a todo porque tienen una mejor capacidad de resiliencia que los adultos; o que bajo ninguna circunstancia te hubieras quedado con tu pareja con el pretexto de los hijos, y todo lo anterior es real y válido. Lo que yo observo como mamá de cuatro, es que muchas veces los niños NECESITAN a sus padres juntos (en un sinfín de situaciones). Que tú puedes ser un gran papá o una gran mamá, pero que cada hijo TIENE necesidades distintas y no funcionan o reaccionan igual a lo mismo como si fuera una receta de cocina. También me he dado cuenta de que los padres tenemos muchas creencias que no corresponden como que “si son bebés te necesitan mas que cuando son niños pequeños”, o que “los niños tienen que ser independientes lo mas pronto posible”, o que “los adolescentes no quieren estar con sus papás”, y puede que exista algo de razón detrás, pero ni todos los bebés, ni todos los niños, ni todos los adolescentes son iguales.

Cuando una pareja con hijos decide separarse, es común que los hijos se vuelvan monedas de cambio, son muy pocas las parejas que se llevan increíble separados en favor de los hijos, casi siempre queda algo de conflicto que los niños acaban pagando.

Los expertos aseguran que en una separación, los hijos llegan a sentir algo de culpa y tristeza; puede ser que la situación sea necesaria pero ello no quita que los niños deseen estar en familia (aún cuando no lo digan). Claro que no queremos causar dolor o tristeza a los hijos, pero a veces confundimos eso con algunas conductas siguientes:

-Dar los permisos que no da el otro.
-Desacreditar la educación, costumbres o crianza del otro.
-Manipular con situaciones que los hijos viven o sienten (aunque ellos no lo manifiesten).
-Deshacerte de los hijos porque el calendario que “te toca” no corresponde con tus intereses personales. Es común que los hijos de parejas separadas tengan que “adaptarse” a todo lo que quieren o desean sus padres y de pronto pueden sentir que estorban o que son un compromiso de la agenda de cada uno de ellos.
-Discutir temas delicados o sensibles delante de ellos.
-Exhibir detalles de la separación que pueden resultar tristes para los hijos.
-Compensar con regalos, viajes o permisos excesivos a los niños.
-Darles libertades que no corresponden a su edad para que no estén tristes.
-Dejar de participar en su día a día porque “no te toca” tenerlos o estar con ellos.
-Hablar de tu nuevo estatus de solter@ delante de ellos y de tus expectativas personales donde pueden no tener contexto y sentirse excluídos.
-Hablar públicamente de tu divorcio o separación sin filtros, en redes sociales, la escuela, el club, delante de ellos y hacerlos sentir expuestos o vulnerables.
-Poner en duda la palabra del otro.
-Criticar sin parar el otro.
-Hacer comentarios que lastiman a los niños: “eres igual a tu papá o a tu mamá”, de manera despectiva.
-No hacer presencia en fechas importantes porque “no te toca”.
-Traer a los niños como nómadas de una casa a otra sin que tengan rutinas.

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En fin, sencillo no es, con o sin pareja, pero no cometas el error de que los hijos de esa relación sean “algo mas que negociar”. Ante todo hay que estar para seguirles dando seguridad y estabilidad. Que sepan de cierto que tienen hogar, que están y van a seguir bien. La terapia no siempre es la salida, tampoco es garantía, es un trabajo exhaustivo, pero el amor todo lo puede. Separa a los hijos de los conflictos. Trata de hacer lo mejor para ellos sin pasarte por alto y pide ayuda, no los uses como moneda de cambio, los críos no son un accesorio acomodaticio. Necesitan a sus padres siempre, que se acostumbren a otras cosas es distinto.

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Karla Lara

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