miércoles, 14 de septiembre de 2022

Pesadillas y terrores nocturnos en los niños

¿Alguna vez has visto a tu bebé mientras está dormido? Observa con detenimiento; en algunos momentos, mueve los ojos.  Los expertos han encontrado que, cuando la persona está dormida y sus ojos se mueven, está soñando. Debido a esto, se ha clasificado el dormir en dos grandes tipos:

-MOR: cuando hay movimientos oculares rápidos y estamos soñando
-No MOR: cuando no los hay

Las pesadillas son sueños angustiantes; suceden en el estadio MOR y generalmente se presentan en la segunda mitad de la noche; el niño se despierta gritando, asustado, y después tiene dificultad para volverse a dormir. Muchas veces el niño puede decir “soñé feo”, pero sabe que fue un sueño. 

Con frecuencia las pesadillas se asocian con situaciones que le producen angustia al niño durante el día; por ello es importante detectar la causa y ayudar al niño a manejarla (por ejemplo, temor ante los cambios, un mal día en la escuela, haber visto una película de miedo).

Por su parte, los terrores nocturnos se presentan durante las primeras horas de la noche, durante el dormir más profundo del estadio No-Mor; por lo tanto no se relacionan con sueños. Se trata de despertares incompletos; es decir, el niño no está completamente despierto y no se da cuenta de lo que está pasando. 

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Para los padres puede resultar muy angustiante observar al pequeño, pues grita, llora, se le ve sudoroso, su corazón late rápidamente, puede tener la carne de gallina, expresión de angustia. 

Pasado el episodio, el niño vuelve a dormirse y, al día siguiente, no recuerda lo que sucedió. Comienzan a presentarse en niños a partir de los 18 meses y hasta los 7 u 8 años de edad, pero la gran mayoría de los afectados, tiene entre 3 y 4 años.

Por lo regular, los terrores nocturnos desaparecen antes de la adolescencia; si se presentan con demasiada frecuencia, tu pediatra te puede recomendar algunos medicamentos que ayudan a mejorar la situación. Algunos especialistas sugieren que hacer una siesta corta durante la tarde puede ayudar a mejorar el problema, ya que los terrores nocturnos se asocian con un dormir demasiado profundo, por lo que el niño no puede despertar. 

Además, con frecuencia van acompañados de otros trastornos del dormir, como hablar dormido o sonambulismo. Otros recomiendan “programar un despertar nocturno”, estrategia que, si se aplica de forma correcta, parece tener buenos resultados.

¿Cuál es la diferencia entre «Pesadillas» y «Terrores nocturnos»?

Pesadillas Terrores Nocturnos
El niño “sueña feo”, y después se despierta El niño tiene un despertar incompleto
Poco antes de despertar, el niño puede moverse un poco o llorar  Tiene una expresión de terror; los ojos están abiertos, como si miraran fijamente. Se puede sentar en la cama, caminar o correr desesperadamente; grita pidiendo auxilio
Cuando los padres se dan cuenta de la angustia del niño, éste ya está despierto y puede contar lo que estaba soñando. Su presencia lo tranquiliza El niño no está completamente despierto y no se da cuenta de lo que está sucediendo. Los intentos de los padres por calmarlo no funcionan
Cuando el niño despierta, reconoce a las personas y objetos que están a su alrededor No reconoce a las personas  objetos
En la mayoría de los casos no hay transpiración El niño suele estar empapado en sudor
Con frecuencia, el niño tarda un buen rato antes de volver a dormirse Cuando termina el episodio, el niño se queda dormido inmediatamente
En muy pocas ocasiones el episodio dura más de unos pocos minutos El terror puede durar hasta 15 ó 20 minutos
El niño puede recordar el sueño más o menos bien; lo puede relatar con cierto detalle. Pero recuerda que soñó feo. No hay recuerdo del incidente ni del contenido del mismo.

Si tu niño presenta alguno de estos trastornos, tú puedes ayudarle.

1.En el caso de las pesadillas, platica con él, pídele que te cuente lo que soñó; pero recuerda que los niños pequeños no distinguen todavía la fantasía de la realidad, por lo que decirles “sólo es un sueño” puede no tener ningún efecto sobre el niño.
2. El factor más importante puede ser tu presencia tranquilizadora.
3. En el caso de los terrores nocturnos, ya que el niño no se da cuenta de lo que está sucediendo, tal vez lo más importante es que ustedes, sus padres, mantengan la calma durante el episodio; saber que con el paso del tiempo la situación mejora puede ser de ayuda para ustedes.
4. Como mencioné antes, si se presentan con demasiada frecuencia, consulta con tu pediatra; pedirle  al niño que “haga algo” no servirá de nada, pues él no sabe qué es lo que le está sucediendo.

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Nancy Steinberg

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