En el aprendizaje están involucrados el cerebro, los sentidos, la edad, la carga genética y las emociones, entre otros factores. El cerebro es el órgano que dirige y coordina todo lo anterior y lo hace de una manera integral, ya que no existe un área determinada que se dedique a tal actividad en específico. Toda la información que le llega tiene una secuencia y luego es desmenuzada y enviada a diferentes partes del encéfalo. ¿Quieres saber cómo lo hace?
Averigua cómo aprenden los niños
En primer lugar, se reciben los estímulos a través de los sentidos, posteriormente se lleva a cabo la percepción, la cual podríamos definir como la interpretación de la información que recibimos. Al hacerlo, cada área del cerebro conoce la función de la misma y luego pasa a la memoria a largo plazo, para saber si ya se ha tenido esta información, o se queda en la memoria a corto plazo. A continuación se envía la respuesta de acuerdo al estímulo y es entonces cuando nos damos cuenta de que un niño ha aprendido.
Viaje al interior de su cabeza
Anatómicamente, el cerebro está formado por los hemisferios derecho e izquierdo, y cada uno de ellos tiene funciones determinadas. El primero se considera el hemisferio artístico y se centra en generalidades, mientras que el segundo, el llamado hemisferio lógico, se enfoca en los detalles. Ambos se comunican a través del cuerpo calloso y múltiples fibras nerviosas que los conforman. Sin embargo, no son lo único que interviene en el aprendizaje, existe también la llamada corteza cerebral que los recubre a ambos. Se le conoce como materia gris y su importancia radica en que funciona como una especie de cubierta en la que se encuentran todos los cables de esa red de comunicaciones que es el cerebro. Gracias a ella, ordenamos la información proveniente del exterior.
El cerebelo es el encargado de recibir la información de los ojos, oídos, músculos, articulaciones (en cuanto al movimiento) y la ubicación del cuerpo en el espacio. Ahí se recoge la información para luego enviarla al cerebro y posteriormente a la médula espinal, desde donde se genera la indicación de actuar.
Finalmente, otro elemento más en el aprendizaje es la memoria a corto plazo, que se encuentra en el hipocampo. Toda la información que llega es registrada en esta memoria y sólo si es significativa o se recibe periódicamente, es enviada a la memoria a largo plazo.
Aprender es emoción
El aprendizaje no depende únicamente del cerebro y los sentidos, también hay fuertes cambios emocionales que los afectan, pues nuestras acciones están enfocadas a tratar de resolver los conflictos que se nos presentan. Por ello, otra área importante en este proceso es el sistema límbico, base de la emoción.
Es bien sabido que una carga emotiva dominante puede inhibir o distorsionar el proceso de aprendizaje. Precisamente por eso, el ambiente de enseñanza debe promover el interés y la alegría, ya que de lo contrario el lóbulo prefrontal, área del cerebro encargada del conocimiento, utilizará su energía ideando cómo protegerse de la inseguridad que siente.
Cuestión de sinapsis
El proceso que se ha explicado hasta ahora se da a través de la sinapsis, que son las conexiones que tienen las neuronas entre sí.
La puerta de entrada de la información son los sentidos, de ahí, pasa al tálamo donde se procesa, y luego se envía a la corteza cerebral a través de las neuronas. La reacción será más rápida de acuerdo a la vía de comunicación que en el cerebro se haya elegido, prefiriendo aquella que hemos experimentado y repetido más, ya que las conexiones de las neuronas son como caminos empedrados que con la repetición se van pavimentando con una sustancia grasa llamada mielina, la cual convierte a estas vías en carreteras, permitiendo que la información y la respuesta sean casi inmediatas.
Para que aprenda
Si esperas que un niño aprenda es indispensable su participación activa. Es importante que observe, preste atención, memorice, reflexione, analice y principalmente, que asuma la responsabilidad. Ello, en un ambiente que propicie la tranquilidad y la paz, de lo contrario, gran parte de su energía se enfocará hacia otras actividades.
Por ejemplo, cuando estás molesta con alguien en el trabajo y te percatas de cuánto tiempo has empleado pensando en cómo hablar con él, en cómo tolerarlo, etc., tu energía en lugar de concentrarse en actividades más productivas, se pierde en algo menos importante. Lo mismo pasa con el aprendizaje, para que sea óptimo, todo debe concentrarse en él y desarrollarse en un ambiente propicio, ya que ésta es una actividad social, por lo que es importante el grupo, los compañeros, es decir, los otros.
En palabras de la psicóloga Nancy Steinberg: “Independientemente de qué sea lo que el niño aprende, en la base del aprendizaje se encuentra un cambio en la cantidad de sinapsis o conexiones neuronales; recordemos también que aquellas que no se usan se pierden, por lo que es importante establecer las condiciones ambientales que favorezcan el desarrollo de cada una de las etapas por las que atraviesa el niño.”
Momentos para el aprendizaje
En este sentido, es importante considerar el desarrollo cognitivo a nivel de estructuras mentales. A los seis años, el niño se encuentra en la llamada segunda infancia y el pensamiento a esta edad, para Jean Piaget –biólogo creador de la teoría del desarrollo en el niño–, es preoperatorio y continuará así hasta los 12 años aproximadamente, lo que quiere decir que el niño pasa de un pensamiento prelógico a uno lógico, y adquiere la capacidad de cuestionar diferentes situaciones en contraste con los años anteriores, en que todo lo daba por cierto.
Así, tu hijo comenzará a utilizar conceptos no sólo como una palabra o varias palabras que caben en el significado parecido, sino también por su validez, es decir el grado de relación que exista entre lo que significa una cosa para un niño y lo que significa para otros.
Al presentar mayor experiencia, surgen más conexiones neuronales e igual que los músculos, el cerebro se fortalece al ejercitarse; conforme más se utiliza comienza a mejorar la percepción, la memoria, el discernimiento, la reflexión y el razonamiento, dando como resultado que el niño poco a poco, se interese o se cuestione y comience a realizar una búsqueda más específica sobre aquello que llama su atención.
Esta etapa se da a los seis años, cuando empiezan a atender aspectos externos que son predecibles, por lo que es importante establecer límites y darles un lugar seguro y confiable, para que su energía se dedique a la investigación y a entender su mundo.
A los seis años cumplidos
El aprendizaje integral es un proceso que se da poco a poco, con la posibilidad de una educación formal, es decir, el ingreso a la primaria, donde el niño comprenderá que los objetos no pierden su esencia aunque cambie su forma, aprenderá a realizar operaciones mentales como el análisis, la síntesis y la reflexión, entre otras cosas.
Por ejemplo, para que un niño logre subir y bajar cierres, amarrarse las agujetas, abrochar botones, etc., necesita varias cosas: tener cierta coordinación motriz fina, es decir, movimientos precisos que persiguen un objetivo en particular; una “carretera” formada a base de la repetición o ejercicio de la actividad en cuestión; y tener una finalidad. Estos tres aspectos, que se dan simultáneamente, se dan gracias a que el niño ha logrado madurar su cerebro.
Para que un niño, a partir de los seis años, aprenda de manera formal es importante:
- Un clima emocional adecuado, con un ambiente seguro y afectuoso
- Contenidos organizados jerárquicamente, por ejemplo, colocar en la parte más alta el concepto amplio y abajo los que son más específicos. Es decir, primero se obtienen las ideas generales y poco a poco se van identificando los detalles
- Construcción del conocimiento para que el niño haga suyo el aprendizaje y pueda experimentarlo e imprimirlo en el cerebro
- Propiciar la atención con sus cinco sentidos, de ahí la importancia de ofrecer el conocimiento a través de estas cinco vías para hacer uso de los dos hemisferios
A continuación te sugerimos algunas actividades que puedes realizar con tu hijo para estimular su desarrollo:
- Formar parejas entre un objeto y el sonido que produce
- Armar rompecabezas
- Clasificar objetos
- Reconocer objetos con los los vendados
- Jugar memoria
- Contarle cuentosHacer uso de juegos de computadora con contenido educativo
- Jugar juegos de mesa
- Realizar actividades deportivas (individuales o grupales)
- Jugar ajedrez
Redacción bbmundo