Una de las grandes dificultades que enfrentan los padres en la crianza de sus hijos es encontrar una mezcla correcta entre disciplina y permisividad, que les permita alcanzar el sueño dorado de todo padre: tener hijos asertivos, autónomos e independientes. Si ya te diste cuenta que vas por el lado equivocado y que en tu casa el hijo es el que manda, esto te servirá para poner un alto.
¡Aguas! si tu hijo es que el que manda…
Esto se vuelve particularmente difícil en nuestra época. El acceso ilimitado que tenemos a la información, en muchas ocasiones, más que ayudar, confunde y abruma a los padres, dando como resultado padres paralizados, temerosos de disciplinar, deseosos de hacer lo correcto, pero confundidos con respecto a qué es lo correcto.
Cada vez hay más padres convencidos de los métodos de disciplina sin violencia, dispuestos a probar alternativas de educación que no utilizan castigos, gritos, insultos, regaños ni cualquier tipo de actitud que denigra al niño; pero el riesgo de una disciplina mal aplicada es darle al niño tanto poder que, más que volverse autónomo, se vuelva demandante o, más aún, un verdadero tirano. Llevando a que se formen familias donde el hijo es el que manda.
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La verdad es que no es nada deseable que los niños sean los que mandan en casa, por qué estas son las consecuencias…
- Como adultos, los padres tienen más experiencia en muchos aspectos, por lo que resulta evidente que el adulto debe ser el modelo para el niño y no lo contrario. Muchas veces cuando el niño es quien manda en casa se siente perdido, pues no sabe qué hacer, a quién preguntarle o hacia adónde dirigirse
- Hay una enorme diferencia entre reconocer y transmitir a tu hijo que es muy importante, a tratarlo como que es lo único importante en la casa, porque si tú actúas de esta forma, ese es el mensaje que le transmites. Y aunque en un principio puede sonar muy lindo, romántico, las expectativas que se generan son tan altas que nadie las puede llenar – nadie, mucho menos un niño. Esto le trae consecuencias muy negativas, pues el mundo le enseñará que él no siempre es lo más importante y que si el hijo es el que manda, no será así en todos lados.
- Cuando los hijos mandan, los padres obedecen… entonces los roles se invierten. Esta inversión de roles no es algo natural, por lo que todos los miembros de la familia se sienten incómodos porque están ocupando un lugar y desempeñando funciones que no les corresponden. Y para poder cumplir con estas funciones, recurren al uso de estrategias que son incómodas para todos.
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- Cualquier situación en donde una persona vive con roles invertidos es una causa de estrés y de conflicto. Además, cuando quieras retomar el control, ya no será posible.
- Cuando el niño recibe el mensaje de que todo gira a su alrededor, desarrolla una postura de vida de “primero yo, después yo y al final yo.” Y esta es la postura que utilizará en todas sus relaciones actuales y posteriores. Muy pronto la vida le demostrará que esta actitud no le gusta a nadie, por lo que estos niños tienen dificultades para establecer relaciones significativas más adelante en la vida.
- Diversos especialistas han observado que los niños que mandan en casa se sienten constantemente insatisfechos; pareciera que todo lo que se les da es insuficiente. De tal forma que es muy importante que los padres les enseñan a diferenciar entre lo que necesitan (por ejemplo, alimentarse cuando tienen hambre) y lo que quieren (“o pizza o nada”) y esto solo lo pueden aprender a través del ejemplo.
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- Los hijos reciben mensajes contradictorios y nada deseables: cuando los niños no saben qué se espera de ellos se sienten confundidos. Por lo que es muy importante establecer reglas claras en casa y quien debe establecerlas, es el adulto.
- En el proceso del desarrollo, los niño sistemáticamente van a cometer errores; es natural: es la forma como vamos aprendiendo. Pero tú como padre – o como madre – debes ser siempre un claro ejemplo para tus hijos; cuando los niños no tienen a quién copiar, se sienten confundidos.
- Los niños que reciben el mensaje que ellos son los que mandan en casa pueden, en un principio, sentirse muy poderoso; pero, a la larga, se sentirán perdidos. Así que si tu hijo es el que manda es momento de que empieces a juntar dinero para pagar terapia.
Espero que estas ideas sean de utilidad. Recuerda: lo más importante es que te sientas cómodo en tu rol de autoridad y que lo apliques de forma responsable, respetando tu propia personalidad y la de tu crío hasta encontrar esta mezcla perfecta de la que hablaba yo al principio, una mezcla de amor, permisividad y disciplina, que funcione para ti y tu crío.
Nancy Steinberg
@doctora_nancy
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