La lactancia es un momento clave para el vínculo entre madre e hijo, ya que lo nutre y es el momento en que la mamá ofrece amor, placer, compañía y sobre todo seguridad. En especial, es la oportunidad que tenemos para estimular sus sentidos mientras le hablamos, lo miramos directo a los ojos y por supuesto, siente nuestra piel a la hora de amamantar.
¡Prepárate para la lactancia!
Es muy importante que durante el embarazo preparemos nuestro cuerpo para este momento. Esto puede ser a través de una excelente alimentación, el consumo de ácido fólico y, si tu doctor lo recomienda, lubricar la piel de los pezones, con aceites o cremas, como la lanolina, que se puede utilizar desde el primer trimestre de embarazo. Aunque esto último no te asegura que no se agrieten los pezones, ya que a la hora de la succión es normal que tu piel lo resienta.
¡Advertencia!
Aquí la paciencia gana; no siempre el bebé se enganchará a tu pecho de manera inmediata, a veces tendrás que guiarlo y estimularlo.
Paso a paso
El día del parto, de acuerdo a los expertos, lo ideal es amamantarlo durante la primera hora después de nacer, lo que también provoca que el cuerpo libere las hormonas para establecer la lactancia. Para evitar todas las molestias posibles, la posición correcta es básica:
- Estimula la boca de tu hijo, rozando su boca con tu pezón para que la abra. Una vez abierta, acerca rápidamente tu pecho y asegura el sellado.
- La mejor colocación es el “agarre asimétrico”, que identificarás cuando el bebé toma un porción más grande del pecho debajo de la areola que de arriba o de los lados.
- Es normal que duela el primer jalón de leche, si luego deja de molestar, vas por buen camino. De lo contrario, con calma, pausa el amamantado introduciendo uno de tus dedos entre sus encías y tu pezón, sepáralo y vuelve al paso 1.
- Para finalizar, es básico que durante este proceso, ambos estén lo más cómodos posibles, ya que el vínculo se fortalece en la tranquilidad creando un intercambio de energías positivas.
Para terminar:
Si eres mamá primeriza, lo más seguro es que no sea tan sencillo como se lee; sin embargo, te invitamos a no desanimarte. Las primeras veces será cuestión de acostumbrarse y aunque tu pezón se llegue a agrietar, es algo completamente ¡normal! Y el cuerpo es tan sabio que solito empezará a regenerarse. Prueba a poner un poco de leche en tu pezón al terminar de amamantar.
Si tienes dudas sobre si colocarte algún gel para hidratar tus pechos, puedes consultar a tu doctor para que te indique la marca más conveniente, sin afectar la salud de tu bebé.
Redacción bbmundo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario